Heródoto está considerado como el padre de la Historia, sin embargo, su trascendencia va más allá de la simple narración de hechos y como tal también es considerado uno de los primeros científicos.
Heródoto nació en la antigua Halicarnaso, la actual ciudad turca de Bodrum, situada en el Asia Menor, en lo que hoy es la costa Egea de Turquía. Respecto a sus fechas de nacimiento y muerte no hay datos concluyentes, pero se cree que debió de estar fechado aproximadamente entre el 485 y 425 a.C., unos 150 años anterior a la Biblioteca de Alejandría.
Su familia era rica y liberal, lo que le debió de dar una buena formación de joven. Sin embargo, en esos tiempos la parte griega de Asia Menor estaba bajo dominio Persa, lo que obligó a sus ciudadanos y barcos a luchar contra sus propios hermanos del Hélade (mundo griego). Hacia el 457 a.C. Heródoto huyó a Samos por sus conflictos con el gobierno local y no volvería hasta el 450 a.C., cuando tomó parte en la campaña para expulsar a Ligdamis, tirano de la ciudad. Sin embargo, las disputas y envidias en su ciudad le decidieron a abandonarla para siempre. Así llegó a Atenas en el momento de su máximo esplendor, donde conoció al propio Pericles, gobernante democrático de la ciudad. También fue amigo de Sófocles y Anaxágoras. Heródoto llegó a recibir del estado ateniense una grandísima cantidad de dinero por su entusiasta investigación histórica, en donde destacaron sus viajes por casi todo el mundo conocido.
En el 444 a C. decidió trasladarse a la colonia ateniense de Tirio, al sur de Italia (Magna Grecia), con otros intelectuales como Hipodamo, constructor del Pireo. Heródoto debió de volver a Atenas poco después del comienzo de la guerra del Peloponeso, aunque retornó a Tirio más tarde, donde murió en plena labor de recopilación de su obra.
LA HISTORIA SEGÚN HERÓDOTO
Su obra estaba escrita en dialecto jónico, y más tarde fue dividida por los gramáticos de Alejandría en nueve libros que tomaron el nombre de las nueve musas de la mitología griega: Calíope, Clío, Talía, Euterpe, Terpsícore, Melpómene, Erato, Urania y Polimnia. Todas ellas, hijas de Zeus y Mnemoside. Estas musas eran consideradas como las protectoras de las artes, la memoria y la astronomía.
Su obra simplemente se llamó Historiae, cuyo nombre deriva de la palabra griega investigación o búsqueda. Es esto lo que más nos impresiona, pues no se dedicó sólo a escribir lo que le contaban, sino que fue un incansable viajero que se recorrió todo el Egipto, La Magna Grecia, Anatolia, y gran parte del Imperio Persa para poder interpretar con sus propios ojos la realidad. Además, fue el primero en ordenar de forma racional los hechos, con la cronología y la geografía del entorno que estudiaba. De hecho, la primera frase de su obra era Historíes apódexis , es decir, "exposición de las investigaciones". Su principal obra histórica fue Las Guerras Médicas, o lo que es lo mismo, la unión de las Polis contra el Imperio Persa (Los Medos)
Posteriormente fue incluso tachado de fantasioso y exagerado por autores griegos como Ctesias, Isócrates o Plutarco, opiniones que se mantuvieron hasta los descubrimientos arqueológicos del antiguo oriente en el siglo XIX, en donde se demostró la veracidad de gran parte de su obra. Sin embargo, sí que es cierto que Heródoto sólo hablaba el griego y que siempre tuvo necesidad de guías y traductores, lo que pudo influir en la narración de acontecimientos que él no pudo ver y que le llevaron sin duda a confiar en lo que le decían los nativos.
SUS VIAJES
Su primer viaje tuvo como destino los alrededores de su polis, Halicarnaso, y el Hélade de Asia Menor. Posiblemente lo hizo antes de exiliarse en Samos. A parte de la Caria, su país de origen, visitó Lidia y su capital Sardes, así como Misia, Troas y las ciudades del Helesponto.
Su segundo viaje fue a Oriente, sirviéndose probablemente del camino real Persa, que llevaba de Éfeso a Susa, capital del Imperio por entonces, y terminó en Babilonia, donde se maravilló con las construcciones que vio.
Más tarde, hacia el 449 a.C., viajó a Egipto, donde se sorprendió de la increíble arquitectura y sociedad egipcia. Visitó Tebas, Menfis y Heliópolis, donde obtuvo la mayor parte de la información sobre el antiguo Egipto. Llegó a bajar hasta la isla Elefantina, junto a Asuán, en lo que fue su punto más meridional de su viaje por el Nilo. No llegó a conocer Etiopía.
Más adelante visitó la colonia griega de Cirene, al norte de África, donde reunió toda la información posible sobre las tribus de la costa e interior de Libia, nombre antiguo para designar el norte de África. Se sabe también que no llegó a ver Cartago.
En un tercer gran viaje se dedicó al país de los "escitas", actual Bulgaria y Rumanía, siguiendo la costa del Mar Negro (Ponto Euxino), que por entonces estaba poblado de colonias griegas. Fue más allá de la desembocadura del Danubio y llegó hasta el río Dníeper, ubicado en la actual Moldavia.
También visitó todas las regiones e islas griegas, así como Tracia y Macedonia.
En definitiva, habría que entender a Heródoto como un polígrafo, un enciclopedista que en sus magníficos viajes reunió una inagotable riqueza de noticias sobre todo lo interesante y digno de saberse que ofrecía el mundo de entonces. No sólo impresiona su expresiva geografía y el repertorio de anécdotas, sino también el averiguar costumbres y cultos de los pueblos que visitaba. Además, en cualquier parte donde se hallara no olvidaba la fauna y flora, y sobre todo las plantas raras y animales exóticos. También describía el clima y las particularidades geográficas, así como su historia, leyendas, arquitectura y características de sus gobernantes. A todo esto habría que añadir las dificultades de las comunicaciones de entonces, que le dan un mayor mérito si cabe a este titánico proyecto.
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